“Es triste ver hombres de la Iglesia que no saben ceder el puesto”

Audiencia del Papa a los participantes a la convención de Serra International, movimiento laico de apoyo a los sacerdotes: “Tengo miedo de los ’cristianos de museo’ que temen los cambios”

 

Salvatore Cernuzio

 

Primer punto: ir “siempre adelante”, porque es mejor un cristiano que camina tropezando, a veces cayendo”, que uno que se encierra “en la propia madriguera” por miedo a los cambios. Segundo punto: saber ponerse a un lado y “pasar el testigo” a las generaciones futuras porque es “triste ver que, a veces, los hombres de la Iglesia no sabemos ceder nuestro puesto, no conseguimos despedirnos de nuestras obligaciones con serenidad”. 

 

No solo lemas sino fundamentos de la misión cristiana son los que el Papa Francisco propone en su discurso en el Aula Paolo VI a los participantes de la 75° convención del “Serra International”, movimiento unido a la figura de Junípero Serra que tiene como misión apoyar –sobre todo económicamente-- las vocaciones sacerdotales y las vidas consagradas por parte de laicos, empresarios y profesionales.

 

Una misión que el Pontífice anima y relanza pidiendo a los miembros de la asociación hacerse también “amigos” de curas, monjas, religiosos y seminaristas “apoyando sus vocaciones y acompañándolos en su ministerio” y mirando “con comprensión y ternura sus arrebatos generosos junto a sus debilidades humanas”. “Este es el gran regalo con el cual vosotros enriquecéis a la Iglesia. Un serrano es sobre todo esto: un ’amigo especial’”, dice el Papa. 

 

Que observa como hoy la palabra “amigo” está “un poco desgastada”. “Viviendo en grandes ciudades, cada día entramos en contacto con diferentes personas que a menudo definimos como ’amigos’, pero es una forma de hablar. Y así, en el horizonte de la comunicación virtual, la palabra ’amigo’ es una de las más utilizadas”, reflexiona Bergoglio. Sin embargo, subraya, “sabemos que un conocimiento superficial no es suficiente para activar la experiencia del encuentro y proximidad a la que la palabra ’amigo’ se refiere”.

 

Jesús quita a este concepto todo tipo de “sentimentalismo” e indica “una verdad incómoda”, y es que “la verdadera amistad existe solo cuando el encuentro me involucra en la vida del otro hasta donarme a mí mismo”. La amistad es por tanto “un compromiso responsable que implica la vida” en el sentido de “compartir el destino, la compasión, la implicación, hasta darse el uno al otro”. Un verdadero amigo, señala el Papa, es uno que se “aproxima con discreción y ternura en mi camino; me escucha profundamente y sabe cómo ir más allá de las palabras; es misericordioso con mis defectos, está libre de prejuicios; sabe compartir mi camino, haciéndome sentir la alegría de no estar solo; no me da siempre la razón, precisamente porque me quiere, me dice con sinceridad lo que no comparte; está listo para ayudarme a levantarme cada vez que me caigo”.

 

Lo importante es ir “siempre adelante”, como recita el tema de este 75° Convenio que se inaugura hoy hasta el domingo 25 de junio en Roma. «¡Siempre adelante!», reitera el Pontífice, es una “palabra-clave de la vocación cristiana” que no es otra cosa que “la invitación a salir de nosotros mismos” para “recorrer los caminos” sobre los que Dios nos envía. Cierto es que “no puede caminar quien no se interroga así mismo”, “no avanza hasta la meta quien tiene miedo de perderse así mismo según el Evangelio. Ninguna barca surcaría las aguas si tuviese miedo de dejar la seguridad del puerto”. Al mismo tiempo, “ningún cristiano –advierte el Papa-- puede entrar en la experiencia del amor transformador de Dios si no está dispuesto a cuestionarse a sí mismo, pero sigue vinculado a sus proyectos y sus adquisiciones consolidadas”. 

 

“También las estructuras pastorales pueden caer en esta tentación de preservarse así mismas en lugar de adaptarse al servicio del Evangelio”, evidencia Bergoglio. Sin embargo el cristiano camina “en los surcos de la vida diaria sin temor”, tiene “la valentía de osar”, “no permite que el miedo prevalezca sobre la creatividad”, “no se encierra frente a la novedad” y “sabe cómo abrazar los retos que el Espíritu le pone”, incluso cuando éste le pide “cambiar de rumbo y romper el molde”. Como sucedió a San Junípero, el misionero capuchino español canonizado por Francisco en 2015, que “cojeando, se obstina en querer ponerse en camino hacia San Diego para plantar allí la Cruz”. 

 

“Es mejor caminar cojeando, aunque a veces caigamos pero confiando siempre en la misericordia de Dios, que ser “cristianos de museo”, que temen los cambios y que una vez que han recibido un carisma o una vocación, en lugar de ponerse al servicio de la eterna novedad del Evangelio, se defienden a sí mismos y sus propios cargos”, remarca el Papa Francisco, que confiesa su “miedo” en “los cristianos que no caminan y se encierran en su madriguera”. 

 

La invitación es ser “colaboradores de la viña del Señor, renunciando a todo espíritu de posesión y de vanagloria”. También porque es muy “triste” ver “que, a veces, nosotros, los hombres de la Iglesia no sabemos ceder nuestro lugar, no conseguimos despedirnos de nuestros deberes con serenidad, y nos resulta difícil dejar en otras manos las obras que el Señor él nos ha confiado”. +

 

Es una contradicción de la misma misión cristiana donde “uno siembra y el otro recoge”. Entonces “siempre adelante”, “con valentía, creatividad y audacia. Sin miedo de renovar vuestras estructuras y permitir que el precioso camino hecho pierda el arrebato de la novedad”, anima el Papa Francisco. “Como en los juegos olímpicos –concluye-- que podáis estar siempre preparados a “pasar el testigo” sobre todo a las generaciones futuras, conscientes que el fuego viene encendido desde el Alto, precede nuestra respuesta y supera nuestro trabajo”. 

 

- vaticaninsider.lastampa.it