El cardenal Bo: “El Papa en Birmania es una gracia especial”

 

El arzobispo de Rangún está convencido de que la inminente visita de Francisco a Myanmar contribuirá en la promoción de la paz y de la armonía social y religiosa en el país de mayoría budista

 

Paolo Affatato

 

«La visita del Papa Francisco a Myanmar es una bendición de Dios para nosotros. Será un extraordinario momento de gracia para el pequeño rebaño de fieles birmanos, que viven en un país de mayoría budista. Estamos seguros de que este gran Pastor de paz, gracias a su presencia y a las oraciones, traerá a nuestra nación una nueva era de reconciliación». Después de la publicación del programa oficial del nuevo viaje del Papa Francisco a Asia, el cardenal Charles Maung Bo, que lo recibirá en Myanmar del 27 al 30 de noviembre, no duda en expresar «grandes esperanzas» por el paso de Bergoglio en tierra birmana. Su nación, que ha tomado la vía de la democracia después de 60 años de opresiva dictadura militar, es un país marcado por conflictos con las minorías étnicas y muy dañado por la dramática crisis de la minoría musulmana de los Rohinyá. En una entrevista con Vatican Insider, Bo expresó su confianza en que «la visita del Papa influirá positivamente los eventos y las circunstancias históricas en Myanmar».

 

Eminencia, el viaje del Papa se acerca. ¿Cómo vivirá la población birmana esta histórica visita? 

 

Es un momento histórico para nosotros: la primera vez de un Papa en Birmania. Su visita ha generado fuerte interés, participación y emoción. Esta es una visita pastoral y apostólica, no política. El Papa viene, invitado por el gobierno, a impulsar el camino de la paz y de la armonía en la nación. El gobierno demuestra gran expectativa por su presencia. El Papa tiene la oportunidad de tocar el corazón de todas las partes interesadas y de generar un cambio para emprender la vía de la paz, en todos los conflictos que todavía vive la nación y que representan un obstáculo al pleno desarrollo y a la plena democracia.

 

La visita no es política, pero ¿el Papa afrontará la cuestión de los Rohinyá? 

 

El Papa ha apoyado activamente la cuestión relacionada con la minoría de los Rohinyá y en tres ocasiones ha hablado al respecto desde el Vaticano. Pero hay que decir claramente que su viaje no tiene relación estrecha con el tema de los Rohinyá, como están tratando de afirmar, de manera instrumental y hostil, algunos grupos nacionalistas budistas y otros grupos. Myanmar tiene 500.000 monjes, principalmente pacíficos y compasivos. Pero algunos grupos de monjes se han vuelto radicales y nacionalistas, y difunden palabras y teorías venenosas. El Papa defenderá la dignidad y los derechos de cada ser humano, incluso de las minorías que sufren.

 

¿Qué piensa sobre esta crisis la mayor parte de la población en Myanmar? 

 

La gente tiene mucha confianza en los propios líderes religiosos, que, por lo tanto, tienen una gran responsabilidad. Desgraciadamente en la actualidad veo en la sociedad poca “compasión” en la sociedad, valor fundamental del budismo, debido a la fobia que se ha creado con palabras de odio y mediante las redes sociales. La libertad de expresión que ha traído la democracia se está revelando un arma de doble filo. Los discursos que alimentan el odio se difunden velozmente y se hacen pasar noticias falsas como si fueran verdaderas. Ahora hay una propuesta de ley al respecto en el Parlamento. Además, el pueblo de Myanmar sufre mucho la influencia de lo que sucede en otras partes del mundo y del espectro del terrorismo global. Un motivo más para seguir los esfuerzos del Papa Francisco en la promoción de los derechos humanos, incluidos los de los ciudadanos musulmanes.

 

¿Cuáles son las raíces del conflicto en el estado de Rakhine?

 

Las raíces son 60 años de régimen de la junta militar, que han provocado heridas profundas en la sociedad. La pobreza, el desplazamiento y la migración han lacerado el tejido social y la convivencia. Durante décadas se han combatido las minorías étnicas y nunca se ha llegado a un proceso de reconciliación. El caso de 2012 en el estado de Rakhine funcionó como una especie de “chivo expiatorio”, fue lo que desencadenó la violencia que se estaba fraguando. La presunta violación de mujeres locales de etnia rakhine por parte de jóvenes musulmanes desencadenó una revuelta que concluyó con alrededor de 120 mil musulmanes desplazados. Muchos Rohinyá eligieron huir a otros países, particularmente Malasia, Bangladesh y Thailandia. Y, mientras la frustración aumentaba, se formó un grupo militante, ayudado por el extranjero, gracias al apoyo de grupos del Medio Oriente y de Arabia Saudita. Esto complicó las cosas. El ataque de agosto del año pasado en contra de un puesto del ejército birmano desencadenó una reacción agresiva de los militares y el desplazamiento de masas de prófugos civiles fuera de las fronteras del país.

 

¿Cuál es el camino que se puede recorrer para resolver la crisis en la actualidad? 

 

Urge frenar cualquier tipo de violencia en contra de los Rohinyá. El gobierno y el ejército de Myanmar deben darse cuenta de que respuestas agresivas, sin ninguna solución política, a largo plazo, transformarán esta situación en un conflicto desastroso para la nación. Myanmar tiene muchas otras cuestiones urgentes que afrontar: la reducción de la pobreza, reforzar la democracia, construir el Estado. El diálogo es la única manera para seguir adelante. La paz es posible y es la única vía.

 

¿Qué le parece el papel de Aung San Suu Kyi? 

 

Sabemos que ha sido muy criticada, pero injustamente, en mi opinión. Se olvida todo lo que ha sufrido y que sacrificó su vida entera por el bien del país, por la libertad y la democracia que hoy gozamos. Creo que está tratando de estabilizar nuestra frágil democracia, en una fase delicada, en la que el ejército (que hoy controla el 25% del Parlamento y algunos ministerios importantes del gobierno, como la Defensa) podría retomar el poder absoluto en Myanmar. Aung San Suu Kyi está caminando por una vía estrecha y está tratando de hacerlo lo mejor posible. Siento mucho que los eventos recientes la hayan dañado. Siempre se ha gastado por las víctimas de abusos, sobre todo por todas las mujeres y niños que viven circunstancias dolorosas. Sigo rezando por ella y ofreciéndole mi total apoyo.

 

¿Cómo se está moviendo la Iglesia birmana? 

 

La Iglesia, con sus pequeñas dimensiones (500 mil bautizados, ndr.), está trabajando para extender una cierta comprensión entre los diferentes actores, a nivel social, político y religioso. La Iglesia sostiene los derechos fundamentales de todos, incluidos los de los Rohinyá y otros grupos étnicos minoritarios de religión cristiana (Kachin, Kayah y Karen), que siguen estando en conflicto con el ejército y sufren por ello. Nuestra brújula es la dignidad de cada hombre y el bien de todos los pueblos. Además, hay que recordar que las leyes emanadas en 1982, que negaban la ciudadanía a los musulmanes, fueron adoptadas por un gobierno militar y no democrático. Como cristianos, animados por la compasión y la justicia, hemos invitado al gobierno y a los demás a profundizar las acusaciones de limpieza étnica genocidio. La Iglesia reafirma los derechos de cada persona en el país y seguirá pidiendo para los musulmanes del estado de Rakhine una dignidad que incluye la ciudadanía.

 

 - vaticaninsidr.lastampa.it