Francisco: “Pienso en el momento en el que tendré que despedirme…”

En Santa Marta, el Papa recuerda el ejemplo de San Pablo que dejó Éfeso para ir a Jerusalén: «Le pido al Señor la gracia de despedirme así. En el examen de conciencia no saldré vencedor como él». A los obispos: sean pastores para la grey, no para la carrera

 

Salvatore Cernuzio

 

El Papa Francisco piensa en el momento de su despedida. Pero sin alarmas, no hay renuncias a la vista, sino simplemente la proyección de ese momento en el que, «como obispo», el Pontífice podrá decir, siguiendo las huellas de San Pablo: «Yo he recorrido este camino. Continúen ustedes». Precisamente partiendo del ejemplo del apóstol, que en la lectura de los Hechos de hoy se despide de los ancianos de la Iglesia de Éfeso para dirigirse a Jerusalén, el Papa desarrolló su homilía matutina de hoy, 19 de mayo, para la misa en la capilla de la Casa Santa Marta.

 

«El testamento de Pablo es un testimonio. Es también un anuncio. Es también un desafío», observó Bergoglio, según indicó Vatican News. «Qué lejos está este testamento –observó el Papa– de los testamentos mundanos: “Esto se lo dejo a aquel; a aquel o a aquel otro…”, tantos bienes. Pablo no tenía nada. Sólo la gracia de Dios, el coraje apostólico, la revelación de Jesucristo y la salvación que el Señor le había dado a él».

 

«Cuando yo leo esto, pienso en mí», reveló Francisco, «porque soy obispo y debo despedirme. Le pido al Señor la gracia de poder despedirme así. Y en el examen de conciencia no saldré vencedor como Pablo… Pero el Señor es bueno, es misericordioso».

 

El Papa también dirigió un pensamiento a «todos los obispos», a los que, una vez más, recordó la prioridad de su ministerio: «Velar sobre la grey». «Velen por la grey; son obispos para la grey, para custodiar la grey, no para trepar en una carrera eclesiástica, no», exhortó Francisco. Y pidió para todos los pastores «la gracia» de poderse despedir como San Pablo, cuando convocó a los presbíteros ancianos de la Iglesia de Éfeso «con este espíritu, con esta fuerza».

 

Pablo, comentó el Papa, «ante todo hace una especie de examen de conciencia. Dice lo que ha hecho por la comunidad y lo somete a su juicio». Parece «un poco orgulloso», dijo Francisco, pero en realidad «es objetivo». Sólo se vanagloria de dos cosas: «de sus propios pecados y de la cruz de Jesucristo que lo ha salvado».

 

«Obligado por el Espíritu», san Pablo debe ir a Jerusalén. «Esta experiencia del obispo, el obispo que sabe discernir al Espíritu, que sabe discernir cuando es el Espíritu de Dios el que habla y que sabe defenderse cuando habla el espíritu del mundo» es la que hay que tener bien presente, insistió Bergoglio.

El Apóstol es consciente, de alguna manera, de estar yendo «hacia la tribulación, hacia la cruz y esto nos hace pensar en la entrada en Jerusalén de Jesús, ¿no? Él entra para padecer y Pablo va hacia la pasión». «El apóstol –prosiguió el Pontífice– se ofrece al Señor, siendo obediente. Ese sentirse “constreñido” por el Espíritu. El obispo que va adelante siempre, pero según el Espíritu Santo. Éste es Pablo». «Es un pasaje fuerte, un pasaje que llega al corazón; es también un pasaje que nos hace ver el camino de cada obispo a la hora de despedirse», subrayó Francisco.

 

En esta despedida no hay testimonios mundanos: «No aconseja: “Este bien que dejo dénselo a éste; este otro a aquel, a aquel…”». No. Pablo afirma que no ha deseado para sí «ni plata ni oro, ni el vestido de nadie»; para él lo único que cuenta es encomendar a Dios a los presbíteros, con la certeza de que el Señor los custodiará y ayudará. «Su gran amor es Jesucristo. Su segundo amor, el rebaño. ‘Velen por ustedes mismos y por todo el rebaño’. Velen por la grey; son obispos para la grey, para custodiar la grey, no para trepar en una carrera eclesiástica, no», insistió Francisco.

 

Y concluyó pidiendo la gracia, para «todos nosotros» de «podernos despedir así, con este espíritu, con esta fuerza, con este amor a Jesucristo, con esta confianza en el Espíritu Santo».

 

- vaticaninsider.lastampa.it