El Papa: en tiempos de aislacionismo, apostemos por la fraternidad

Francisco en el Santuario Mariano de Aglona: parecen volver mentalidades que nos invitan a desconfiar de los demás; María nos invita a acoger

 

Andrea Tornielli

 

 «En tiempos donde pareciera que vuelve a haber modos de pensar que nos invitan a desconfiar de los otros, que con estadísticas nos quieren demostrar que estaríamos mejor, seríamos más prósperos, habría más seguridad si estuviéramos solos, María y los discípulos de estas tierras nos invitan a acoger, a volver a apostar por el hermano, por la fraternidad universal». Una nueva invitación a acoger, a no encerrarse, a no aislarse. Es lo que hizo el Papa Francisco en la última cita de su tercera jornada en los países bálticos. Después de haber pasado la mañana en Riga, el Papa se dirigió en helicóptero a Aglona, un centro urbano con menos de mil habitantes en el sur del país.

 

Aquí se encuentra la iglesia católica más importante de Letonia, dedicada a la Asunción de María y erigida en un bosque de pinos, en donde los frailes dominicos descubrieron un manantial curativo. A pesar de que el convento de los dominicos al lado de la iglesia haya tenido varios usos (cárcel para curas católicos durante la época de los zares, cuartel general de los militares, hospital y después establo en época soviética) la devoción del pueblo letón nunc ha faltado. Y aquí, a pesar de que la mitad de la población de Lituania no sea creyente, vienen en peregrinaje no solo los católicos, sino también los luteranos, que son la mayor parte de los cristianos del país. Vinieron muchas personas hoy a acoger al Papa, a pesar del frío y de la lluvia de la mañana.

 

En la homilía de la misa, celebrada al aire libre, en la zona del Santuario, el Papa, comentando el Evangelio de Juan, recordó que María está «firmemente de pie al lado de su hijo» crucificado. «“Firmemente de pie”. No es un modo liviano de estar, tampoco evasivo y menos aún pusilánime. Es con firmeza, “clavada” al pie de la cruz, expresando con la postura de su cuerpo que nada ni nadie podría moverla de ese lugar. María se muestra en primer lugar así: al lado de los que sufren, de aquellos de los que todo el mundo huye, incluso de los que son enjuiciados, condenados por todos, deportados. No se trata solo de que sean oprimidos o explotados, sino de estar directamente “fuera del sistema”, al margen de la sociedad».

 

Bergoglio explicó que la actitud de la Virgen expresa «un modo de estar al lado de estas realidades; no es ir de paseo ni hacer una breve visita, ni tampoco es “turismo solidario”. Se trata de que quienes padecen una realidad de dolor nos sientan a su lado y de su lado, de modo firme, estable».

 

También nosotros, dijo el Papa, «estamos llamados a “tocar” el sufrimiento de los demás. Vayamos al encuentro de nuestro pueblo para consolarlo y acompañarlo; no tengamos miedo de experimentar la fuerza de la ternura y de implicarnos y complicarnos la vida por los demás».

 

Porque, añadió, «uno puede estar al lado de muchísimas personas, puede incluso compartir la misma vivienda, o el barrio, o el trabajo; puede compartir la fe, contemplar y gozar de los mismos misterios, pero no acogerse, no hacer el ejercicio de una aceptación amorosa del otro. Cuántos matrimonios podrían relatar sus historias de estar cerca pero no juntos; cuántos jóvenes sienten con dolor esta distancia con los adultos, cuántos ancianos se sienten fríamente atendidos, pero no amorosamente cuidados y recibidos».

 

Francisco reconoció que a veces, cuando nos hemos abierto a los demás nos ha hecho mucho daño. También es verdad que, en nuestras realidades políticas, la historia de desencuentro de los pueblos todavía está dolorosamente fresca. María se muestra como mujer abierta al perdón, a dejar de lado rencores y desconfianzas; renuncia a hacer reclamos por lo que “hubiera podido ser” si los amigos de su Hijo, si los sacerdotes de su pueblo o si los gobernantes se hubieran comportado de otra manera, no se deja ganar por la frustración o la impotencia». Y concluyó afirmando que «en tiempos donde pareciera que vuelve a haber modos de pensar que nos invitan a desconfiar de los otros, que con estadísticas nos quieren demostrar que estaríamos mejor, seríamos más prósperos, habría más seguridad si estuviéramos solos, María y los discípulos de estas tierras nos invitan a acoger, a volver a apostar por el hermano, por la fraternidad universal».

 

- vaticaninsider.lastampa.it