Newman venció sus reticencias ante la Virgen cuando comprendió que ella «protege» la doctrina

Javier Lozano / Cari Filii

 

Un reciente artículo sobre el Beato John Henry Newman en el portal mariano Cari Filii recuerda unas apreciaciones sobre el futuro santo inglés del cardenal Francis George (1937-2015), entonces arzobispo de Chicago, donde ha tenido lugar el milagro que abre la puerta a su canonización:

 

Este miércoles la Santa Sede ha hecho público los decretos aprobados por el Papa Francisco de la Congregación para las Causas de los Santos entre los que destacaba el nombre del cardenal John Henry Newman (1801-1890), ya beato, y que tras reconocerse un nuevo milagro atribuido a su intercesión podrá ser declarado santo.

 

Este milagro se ha producido en Chicago con la curación de una joven estudiante de Derecho que sufría gravísimas complicaciones durante su embarazo y que amenazaban su vida. Tras orar a este converso británico se curó de manera inexplicable.

 

El cardenal Newman es un referente intelectual, que primero fue clérigo anglicano en Oxford y que después experimentó una conversión al catolicismo que se culminó en 1845 generando un enorme escándalo en la sociedad británica de la época.

 

Creado cardenal por León XIII en 1879

 

Esto le costó grandes sufrimientos, entre ellos la pérdida de muchos amigos e incluso familiares, que se sintieron traicionados. Pero el perseveró en esta fe llegando a ser ordenado sacerdote católico en 1847 y luego en 1879 el Papa León XIII lo creó cardenal a pesar de no ser obispo.

 

Fundó dos escuelas para chicos, escribió sin cesar (sermones, historia, teología) y creó el Oratorio de Birmingham, una comunidad para sacerdotes católicos inspirada en los oratorios de San Felipe Neri. Al Oratorio perteneció el sacerdote anglo-español Francis Morgan, que fue el tutor del joven huérfano J.R.R.Tolkien, que era monaguillo en el Oratorio en la primera misa de la mañana y con los años sería el famoso escritor de El Señor de los Anillos. Muchos intelectuales y clérigos se vieron atraídos por el catolicismo y la necesidad de unión visible de los cristianos que el cardenal Newman promulgaba.

 

Su profunda devoción a María

 

Uno de los elementos llamativos del próximamente santo Newman es la profunda devoción a la Virgen María con la que murió y cómo este amor a la Madre de Dios fue evolucionando al igual que su conversión al catolicismo.

 

Precisamente, una de las dificultades a las que se enfrentó John Henry Newman fue el lugar preeminente de la Virgen en la doctrina y la devoción católica. Pero pese a su fe anglicana, nunca estuvo alejado de la figura de la Virgen. De hecho, siendo sacerdote anglicano esto le acabaría costando  más de un disgusto.

 

Uno de los que mejor analiza esta relación del futuro santo con la Virgen es el cardenal Francis George, fallecido en 2015 por un cáncer, y que era precisamente arzobispo de Chicago, lugar donde se ha producido el milagro que propiciará la canonización.

 

Recordaba el cardenal George que cuando tenía quince años, John Henry Newman tuvo una experiencia religiosa que lo dejó con un fuerte sentido de la doctrina. Sin embargo, como miembro de la Iglesia de Inglaterra, evitó la invocación de los santos, incluida la Virgen.

 

La devoción protege a la doctrina

 

El purpurado explicaba que “conforme Newman estudió a los padres de la Iglesia, a los obispos y a los predicadores que guiaron a la Iglesia en los primeros siglos posteriores a los Apóstoles, vio cómo la Iglesia apostólica es católica. En un principio trató de profundizar el movimiento católico en la Iglesia de Inglaterra y luego llegó a entender que el catolicismo está anclado en la Iglesia de Roma. Una vez que entró en la Iglesia católica, volvió a examinar la relación entre la doctrina y la devoción a la Santísima Virgen María. Del desarrollo de la devoción mariana, escribió: ‘La idea de la Santísima Virgen fue como lo estaba, magnificada en la Iglesia de Roma, conforme pasó el tiempo, pero también lo fueron todas las ideas cristianas, como la de la Sagrada Eucaristía. Toda la escena del pálido, débil, distante cristianismo apostólico es visto en Roma, como a través de un telescopio o lente de aumento. Sin embargo, la armonía del conjunto es por supuesto lo que era’”.

 

¿Qué descubrió Newman? El cardenal George aseguraba que este intelectual inglés reconoció que “la devoción protege a la doctrina; sin una devoción apropiada, una doctrina disminuye en su influencia en la vida cristiana. En concreto, relacionó la doctrina de la Encarnación del Hijo Eterno de Dios en Jesús de Nazaret a la devoción a María como la Madre de Dios. Debido a que Jesús tuvo una madre humana, Él es verdaderamente hombre; debido a que Jesús es Dios, María es la Madre de Dios. La devoción a María como Madre de Dios protege nuestra creencia en Jesús como verdadero Dios y verdadero hombre. La misión de María en la historia de la salvación es fortalecer nuestra fe en la doctrina de la Encarnación”.

 

María "protege" la doctrina católica

 

Siguiendo con estas relaciones que hizo el cardenal Newman, George hablaba de la que estableció entre la redención del género humano del pecado original y la devoción a María como la Inmaculada Concepción.  “Los padres de la Iglesia a menudo hablaron de María como la nueva Eva. Al igual que Eva, María nació sin pecado, a diferencia de Eva, María cooperó con la voluntad de Dios para su salvación y la de todo su pueblo. María fue redimida por Cristo antes de ser tocada por el pecado y por lo tanto, estuvo en condiciones de cooperar plenamente en la misión redentora de su Hijo. La devoción a la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María mantiene la naturaleza de nuestra redención en un lugar destacado de nuestra conciencia”, explicaba el cardenal norteamericano al analizar el pensamiento del todavía beato.

 

Por otro lado, Newman –agregaba el cardenal George- “también vio cómo la doctrina de la resurrección de Cristo de entre los muertos y la promesa para nosotros de ser resucitados de entre los muertos en el último día está relacionada con la devoción a la Santísima Virgen María, asunta al cielo. Jesús venció a la muerte en su propia carne y dicha carne es de su madre. Así como el cuerpo de Jesús fue preservado de la corrupción que sigue a la muerte y luego resucitó al tercer día, así mismo el cuerpo de la Virgen María fue preservado de la corrupción que sigue a la muerte y fue asunto al cielo. La devoción a la Asunción de la Bienaventurada Virgen María conserva nuestra creencia en la doctrina de la resurrección”.

 

De este modo, en la Teología de Newman, la devoción a María “protege” las doctrinas fundamentales de la fe católica y apostólica. De hecho, en una conferencia dirigida tanto a católicos como a protestantes el futuro santo escribió: “La Iglesia nos da a Jesucristo para ser nuestro alimento y a María para ser nuestra Madre. Demuestra al mundo que sigues una enseñanza que no es falsa, reivindica la gloria de su Madre María, a quien el mundo blasfema, frente a todo el mundo, mediante la simplicidad de tu propia conducta y la santidad de tus palabras y tus hechos. Ve a ella por el corazón real de la inocencia. Ella es el don hermoso de Dios, que brilla más que la fascinación de un mundo malo y a quien nadie que haya buscado con sinceridad resultó decepcionado. Ella es la imagen de tipo personal, representativa de la vida espiritual y la renovación en la gracia, sin la cual nadie verá a Dios”.

 

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