El laosiano Ling, de la cárcel a la púrpura

 

El obispo de Paksé, nombrado cardenal por Papa Francisco, fue ordenado sacerdote en un campo para refugiados y fue encarcelado por los comunistas. Ahora ve el futuro con esperanza

 

Paolo Affatato

 

El Papa lo conoció personalmente en febrero de este año cuando, con el otro obispo laosiano Tito Bachong, Louis-Marie Ling le contó a Francisco cómo fue el periodo que transcurrió en la cárcel, en la época en la que Laos, pequeña nación del sureste asiático, estaba en poder de los comunistas Pathet Lao. Bergoglio quedó sorprendido por su historia y por la forma, serena y mansa, con la que se la contó. Sobre todo porque Ling reconoció la mano de Dios en sus sufrimientos: «La cárcel fue un periodo de privación material, pero no espiritual: no podía celebrar misa, pero era yo mismo un sacrificio vivo que agradaba a Dios. Lo que todo bautizado está llamado a ser en la vida», dijo el obispo laotiano en una entrevista con Vatican Insider. 

 

Louis-Marie Ling Mangkhanekhoun, vicario apostólico de Paksé y administrador apostólico de la capital Vientiane, fue elegido por el Papa Francisco para convertirse en el primer cardenal de Laos. Un evento histórico para la pequeña Iglesia local (con alrededor de 45.000 personas, menos del 1% de la población de 7 millones de habitantes), conformada por mini-comunidades esparcidas por las aldeas rurales, en la selva tropical o en las montañas. Comunidades tribales compuestas incluso por pocas familias, muy diferentes entre sí según la etnia, sus usos y costumbres: son los grupos indígenas hmong, khmou, akha, además de los mon, khmer, tibeto-birmanos y otros.

 

A uno de estos grupos, los khmou (presentes en el norte de Laos y en el sur de China) pertenece el obispo Ling, de 73 años, que actualmente guía el vicariato de Paksé, territorio en el que vive casi 1 millón y medio de personas, pero solamente hay 15 mil católicos. Esta zona cuenta con 7 sacerdotes, 9 religiosos y 16 monjas. Únivo hijo varón de su familia, con cinco hermanas, el pequeño Louis-Marie fue bautizado en 1952 por su madre, que se convirtió al catolicismo después de la llegada de los misioneros a su aldea. La familia aceptó con honor, pero también con mucho esfuerzo su deseo de estudiar en el seminario. Al descubrir su vocación al sacerdocio, Ling fue a Canadá para estudiar filosofía y teología. Allí se unió al Instituto «Voluntas Dei».

 

Al volver a Laos, encontró una nación en plena lucha con las guerrillas, desencadenada por los militares comunistas que tomaron el poder en 1975. Su ordenación sacerdotal fue a toda prisa, en 1972, en un campo para refugiados en el cual el joven cura vivió años esperando y con temores, además de un periodo en la cárcel (de 1984 a 1987) con otro sacerdote Tito Bachong. 

 

Cuando fue liberado, Ling pudo volver a su provincia natal, Paksé, primero como sacerdote y después como Vicario apostólico. Ling ha guiado la comunidad local desde hace 17 años por un camino que la ha visto crecer poco a poco en el testimonio evangélico, ofrecido con un espíritu de mansedumbre y benevolencia en un contexto a veces hostil. Algunos funcionarios locales, efectivamente, son intérpretes rigurosos de una legislación sobre la libertad religiosa que, a pesar de estar incluida en la Constitución de 1991, todavía padece el enfoque comunista del pasado.

 

Desde hace algunos años la condición de los católicos laosianos ha mejorado visiblemente: los obispos tienen una Conferencia Episcopal única con los prelados camboyanos, tienen libertad para moverse, participan en las actividades organizadas por la Santa Sede (como los Sínodos o las visitas “ad limina”) y han entablado buenas relaciones con las autoridades civiles.

 

El obispo Ling se pone feliz cuando piensa que hace solamente algunos meses su comunidad vivió un evento histórico: la celebración pública de la beatificación de los mártires laosianos, una fiesta con más de 7 mil fieles que fue, según sus palabras, «un verdadero milagro para nosotros». Una celebración impensable hasta hace pocos años, que marca el comienzo de una nueva era para la Iglesia local. En la liturgia del 11 de diciembre de 2016, en la catedral de Vientiane, fueron beatificados 17 mártires misioneros y laicos laosianos. Entre ellos estaba el sacerdote Joseph Thao Tien, el primer cura laosiano, asesinado en 1954, y cinco catequistas indígenas.

 

En 2017 el obispo Ling podrá ordenar a un nuevo sacerdote y, en su viacariato, serán ocho en total, todos laosianos. También este es un paso importante: las actividades pastorales proceden con serenidad, con visitas a las familias católicas, celebraciones de los sacramentos, cursos de catecismo. «Todo es obra de Dios. Nosotros seguimos solamente la inspiración del Espíritu Santo», afirmó el obispo.

 

Ling es un hombre de esperanza y, al vivir su experiencia de fe, ve hacia el futuro de su patria y de la Iglesia laosiana con mucho entusiasmo: con la apertura económica y política de Laos, y con su ingreso al espacio de la Asean (Asociación de las naciones del sureste asiático), todo se ha vuelto más fácil. La ayuda pastoral de sacerdotes y monjas de Thailandia, Vietnam, Camboya podrá llegar hasta la Iglesia local, puesto que os ciudadanos de los países de la Asean no necesitan visa para entrar a Laos.

 

La historia de Ling recuerda, en pequeño, a la del arzobispo vietnamita Nguyen Van Thuan, que hace algunas semanas fue proclamado venerable por la Santa Sede. Su púrpura es un signo de aliento para la comunidad de los bautizados en Laos, a quienes Ling llama «mi Iglesia niña». A la que encomienda «a las manos amorosas de la Madre María».

 

- vaticaninsider.lastampa.it